A Rising Bond, de InBreak Studios, es uno de los tres videojuegos en los que están trabajando los alumnos de los másteres de U-tad, es una aventura de supervivencia y sigilo en tercera persona que muestra la crueldad de la guerra a través de la historia de Alex y Erika, entre los que es establece un vínculo que es la clave de la jugabilidad.
El protagonista, Alex, es un joven de 20 años que intenta sobrevivir después de que la guerra haya destruido lo que era una vida normal en un país no identificado de la Europa del Este a mediados del siglo XX. Un día su vida cambia cuando encuentra a Erika, una pequeña que acaba de quedarse huérfana, y decide hacerse cargo de ella.
Alex debe encontrar comida y objetos que les sirvan para sobrevivir, protegerse del frío y conseguir que duerma, y por eso es tan importante el vínculo que se establece entre ellos y al que hace referencia el título del juego.
"En un juego de guerra, en el nuestro, necesitamos un aspecto inocente -sostenía Luis Martín Vives, productor de A Rising Bond, en la presentación del juego ante los medios en marzo-. "La idea partió de esa visión inocente de la guerra que puede tener la niña y nos pareció interesante introducir esa inocencia de un niño en un ambiente de guerra. Como puede tener una visión tan distorsionada de la realidad".
El sigilo es clave para entrar en los edificios sin ser visto por los soldados que pululan por toda la ciudad y, aunque habrá fases de combate, no será prioritario ya que Alex no tiene ni los recursos ni la fuerza necesarios. Lo que sí será relevante es la relación entre los dos personajes. Erika es la única que puede conseguir ciertos objetos y Alex puede guardar cosas en el inventario de la niña, pero para ello hay que tener una relación con ella. Para potenciar ese vínculo Alex puede dar comida a la niña o actuar "bien" cuando se plantea una situación moral si, por ejemplo, alguien le pide comida o una pistola para defenderse.
En principio, habrá cuatro estados en el vinculo: en el más alto Erika encontrará objetos, en el siguiente podremos acceder al contenido de su mochila, en el tercero habrá que insistirle un poco para que nos deje y, si no hay un vínculo entre los protagonistas, la niña puede convertirse en un peligro al llorar cuando estén cerca los militares y haga falta permanecer escondido.
La Inteligencia Artificial (IA) de Erika es un reto para el equipo, aunque cuentan con la ayuda de los árboles de comportamiento del motor gráfico Unreal Engine y hay un miembro del estudio especializado en IA.
A Rising Bond será un juego narrativo con un estilo inspirado por Another World e Inside, en apagados colores grises, azules y ocres, cuatro recursos (salud, estamina, hambre y la relación con Erika) y personajes con un estilo que la artista Ana Sánchez Lalaguna califica de "minimalista, no es que low poly. Consideramos que menos es más. Hemos hecho los modelos poco detallados y sin caras porque puede ser cualquiera, puedes ser tú Erika o incluso Alex".
Cuando InBreak Studios presentó el concepto y la jugabilidad de A Rising Bond en público, hace algo más de un mes, llamó la atención el que fuera un alegato contra la guerra y la mecánica del vínculo entre los dos personajes. "La acogida fue mejor de lo esperada", dice Luis de la Vega-Hazas, estudiante del Máster en Programación de Videojuegos de U-tad, quien añade "El feedback recibido ha sido valioso para darnos cuenta de ciertos pequeños detalles". Lierni Celarain, estudiante del Máster en Arte y Diseño Visual de Videojuegos califica la acogida como "satisfactoria y constructiva", que también afirma: "Además, el feedback dado por los anteriores alumnos de la U-tad ha sido muy valioso a la hora de perfeccionar y pulir ciertos aspectos".
Con el Método U-tad, los alumnos se dividen en grupos multidisciplinares que crean un estudio y trabajan en un proyecto de la forma más realista posible, aprendiendo tanto a crear un juego como a trabajar en equipo. "Cada día que pasa me doy cuenta de que el desarrollo de un videojuego se fortalece sobre todo con el trabajo en equipo, ya que estoy aprendiendo de mis compañeros muchísimo más de lo uqe podría llegar a aprender yo solo", dice Oscar Corbacho Estrada, estudiante del Máster en Programación de Videojuegos.
Los programadores de A Rising Bond son, además de Corbacho, Asier Celarain Peligero, Daniel Lago Álvarez, María Román Bayar, Luis de la Vega-Hazas y Álvaro Prados Gómez. Actualmente están desarrollando herramientas para la creación de niveles y asentando las bases de los sistemas que sustentarán el gameplay, los movimientos de los personajes, los sistemas de Erika, la inteligencia artificial enemiga y la recolección de objetos del entorno.
Procedentes del Máster en Arte y Diseño Visual de Videojuegos están Ana Sánchez Lalaguna, Fernando Calvo Gutiérrez, Sergio Blasco Burguillos, Lierni Celarain Peligero y Elena Gómez Debon, quienes han creado los modelos de los protagonistas y están vistiendo toda la ciudad para mostrar los estragos de la guerra y definiendo el aspecto visual de los enemigos.
El apartado de Diseño, compuesto por Luis Martín Vives, Sergio Omar Gómez García, Roberto Pérez Suárez, Joel Rueda Ramírez, Andrés Felipe Burbano y Guillermo Alfonso Rojas, está consolidando las bases de la jugabilidad y desarrollando el guion, esto comprende desde evolucionar el concepto del vínculo con Erika, que ahora repercute en muchos aspectos del gameplay (como el sigilo y la exploración) hasta definir todos los capítulos narrativos de nuestra historia.
"Está siendo un trabajo intenso y que requiere de muy buena organización para poder realizarse", sostiene Martín Vives. "La cantidad de estrés a la que estamos expuestos nos permite aprender muchísimo entre nosotros y de nuestros mentores. Ocho meses de aprendizaje máximo, tanto educativo como personal", explica el productor. Inbreak Studios lleva desde febrero trabajando en en este proyecto que deberá tener una demo jugable para el mes de octubre.